Es el último tilo de la cuadra y es la casa entre los dos edificios.


Así es el Cultural Discépolo. Es como una grieta, como suelo imaginarlo o me gusta describirlo.


Este fue un año muy complicado para el sector cultural independiente. Muchos espacios pudieron resistir y otros quedaron en el camino. Pero no porque no pudieran (otros seguro que no pudieron), sino que muchos cerraron por cansancio. 


La gestión y dirección de proyectos independientes son actividades muy desgastantes que, muchas veces,  nos llevan al punto de autoexplotarnos. Y esta situación límite (entre tantas otras que vivimos) hace que una persona diga “basta”.


Pero ahí estamos,  como el tilo y la casa... de pie.


Sostener estos meses no ha sido un acto solitario. Esto no se puede hacer solo.

Por eso me gustaría agradecer a todxs los amigxs que apoyaron y estuvieron afectivamente.

A Viviana Maldonado por donar la primera recaudación de su taller.

A Yanina Frankel, Valeria Maldonado y Natalia Arteman por apoyar al Cultural Discépolo con sus primeras funciones on line. 

A Oscar Coto, compañero del elenco de Babilonia,  que acercó dinero todos los meses que pasaba por el Cultural a entregar miel.

A Marcos Dech Milanich, que también todos los meses aportó dinero de sus clases y que no debía. 

A los profes que se sumaron al proyecto virtual “EL DISCÉPOLO ES MÁS QUE UN ESPACIO FÍSICO” y trabajaron sobre los programas, dinámicas y soportes de clase. Agradezco a los que pudieron dar sus clases porque todo fue muy nuevo y soportaron reuniones y google drive (infinitos). También agradezco a los que,  a pesar de hacer todo ese esfuerzo,  no pudieron porque falló la convocatoria. 

Quiero agradecer a Ana Maria Guerra ( mi mamá y fundadora del espacio) por su escucha incondicional y contención.

Quiero agradecer infinitamente a Paula Taylor y a Andrea Taylor (me imagino realizando un abrazo de gol los tres) que no nos cobraron ni un peso de alquiler desde que comenzó la pandemia y es indudablemente una forma de apoyar y demostrar el compromiso y amor por el proyecto.


Gracias a cada estudiante que participó en los talleres y de esta manera ayudó al cultural y a un artista docente a no perder su trabajo, no perder la fe y el amor por lo que hace. Es importante recordar que en estos proyectos “Participar es construir”. 


Esto es sólo un agradecimiento.


Para los que no me conocen,  gestiono y dirijo este hermoso proyecto hace ya 17 años.


Damián Rios. 


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